Y la rabia se apodera tan cruelmente de mí
Vil sentimiento carcome mis pequeños retazos de paz
Aquellos que tan difícilmente había logrado recolectar
A punta de sueños, hoy, nuevamente inconclusos.

Cada vez se siente más frío aquí dentro. He llegado a la inexacta conclusión de que mi vida sería una soberana mierda de nos ser por el pequeño ángel que duerme silente en su cama esta noche.
Sin quererlo la burbuja que me rodea se ha hecho aún más pequeña e impera el olor a azufre dentro. Mis puños sangran, y no es suficiente, nada es suficiente. Y es que me he cansado de cometer errores, los mismos putos errores debido a la impulsiva y crédula personalidad que me acompaña.

Otra noche de desvelo entre humo que se transforma en oscuros jinetes combatientes, caballeros negros de filosas espadas quisieran degollarme mientras me ahogan mis propias lágrimas.

Andar por la vida con la máscara de tragedia puesta es detestable. El espejo anda en busca de mi reflejo. Miro a la luna y sólo logro ver su lado más oscuro. Hoy canto mi propio réquiem para pretender darme cuenta de que ya no sigo viva.

Soy la muerte andante, y prefiero eso antes que cometer la estúpida locura de auto eliminarme. Aunque sepa que mañana será aún peor que el ayer. Me convertiré en el monstruo aborrecible del silencio, no mascullaré un sólo suspiro sobre aquel trozo de piel cercano al lóbulo de la oreja.

No estoy para palabras que huelan a muerte. Shhhhh!