
Desnuda tenía el alma… En soledad planeaba la búsqueda de su espalda extraviada.
Sin quererlo, la había dejado caer al vacío que le provocaba la ausencia de besos que
(por tan sólo un momento)
habían perdido el gusto de un amor sincero.
El regreso de aquéllos jamás será concretado, pues el sentimiento fue -malamente- mermado por la inconstancia del llamado, haciéndolo día a día más patético.
Entonces,
con el corazón en las manos,
decide...
Suicidar su alma...
(Para poder luego resucitarla entre ángeles envueltos en fuego).
Y así es, como hoy, ha despertado al susurro foráneo, enamorándose de la incertidumbre que corteja la mirada extasiada por un sueño antojado de labios al cuello.
Aún, cuando nada y todo espera.
Se duerme, tranquila...
Abrazada a su almohada, otra noche más…
CG